lunes, 4 de mayo de 2009

GANADOR DEL I CONCURSO DE RELATOS

Felicidades a Virginia Pérez Puente, ganadora del I concurso de relatos cortos "El espejo maldito", con su obra Divinidad

Muchas gracias a todos los participantes

miércoles, 15 de abril de 2009

Finalistas concurso

Nuestra más sincera enhorabuena a todos los participantes y a los finalistas. Hemos escogido seis en vez de cinco porque todos ellos nos parecían igualmente merecedores de entrar en la votación.

La calidad de los relatos ha sido en la mayoría de los casos abrumadora para nuestro jurado. Aquí tenemos algunas muestras que espero que sean del agrado de los lectores. Pueden votar en la encuesta que se ha creado en la barra lateral derecha todos los que lo deseen.

Cordialmente,

El espejo maldito


MANUAL DE DENTELLADAS


Las sombras abren sus fauces. Un grito se ahoga tras la negra mano carnívora que brota salvajemente desde el útero de la oscuridad. El reflejo de la hoja del alma blanca del arma miente. La carne cede. Se deja matar sin lucha, casi con hastío ante la violencia incontrolable del cuchillo, que se hace paso, lentamente, como si respetuosa solicitase permiso. Los jirones de ropa calman el cráter de la herida, mientras el cuchillo se despide con sus fríos labios de su carne amada. La sangre queda trémula, confusa como la propia víctima. La muerte, en cambio, es vieja y, por tanto, paciente. Testigo, espera que el brazo que blande el arma recite las últimas pinceladas de su arte. La enguantada mano mordida, cubierta de saliva y miedo, se retira una vez que consigue domar los últimos estertores. El cuerpo inerte busca la tierra, ansía su descanso. Representando la escena final de una coreografía cae con majestuosidad, con un deje de altanería. Se desparrama infinitamente por el suelo. Pretende abarcarlo por completo en su último abrazo. Es una isla que va siendo devorada por la incontinencia de la sangre caprichosa que avanza sin tutor. El dulzor viscoso que brota de la herida conquista cada palmo del denso ambiente que envuelve la escena. Un último vistazo sirve para asegurar que no se han extraviado ninguno de los bártulos. Apenas han transcurrido un puñado de segundos. Ni un solo gemido que reprocharse. Unos pasos monocordes que se alejan van siendo devorados por las fauces de la recién instalada dictadura del silencio.




Dar la muerte no supone en todos los casos quitar la vida. Mi ocupación es parecida a la del silencioso funcionario que cumple con su oficio, rodeado de documentos infinitos, sin llegar a plantearse el rumbo mediato de éstos. Mi labor, por tanto, es la de ejecutar. El azar elige la víctima, perezosa la coloca en mi camino. El cuerpo de mujer madura que acarrea bolsas, el cuerpo de anciano que distraído se detiene ante unos escaparates, el cuerpo de niño desorientado. No existe ningún tipo de discriminación, de viento que oriente previamente mi intención. Son meros conjuntos de huesos, músculos, tendones, órganos y piel; con la única diferencia con respecto a los que atestan los cementerios, que se descomponen con mayor lentitud. Son cuerpos vacíos de historia, por tanto sin vida. La vida existe tras de mí con la luz que alcanza a la sucesión de miserias, de manías, de temores, de cicatrices vitales que arrastra un cuerpo. Es a partir de entonces, cuando dar la muerte podría considerarse un asesinato. Nunca antes. Al fin y al cabo, dar la muerte no es más que el oficio cuya cronología es más extensa.

A veces, en el sosiego que irradian las paredes de la casa, dejo caer la mirada en el espejo, esperando encontrar el rostro oscuro de un asesino, la mirada sin piedad del portador de la muerte, retazos de esa barba rala que estigmatiza a los desheredados. Quizá vislumbrar un remordimiento, algo similar a la zozobra haciendo mella en lo más profundo de mis entrañas como un pozo negro cuyo grito resultara imposible calmar. Es lo que debería. En cambio, la imagen que me escupe el espejo es a priori decepcionante. Tan sólo me permite hallar los retazos grises de mi vida, como la vida de un cualquiera. Sin duda, un uno más. A pesar de ello, con una visión desapasionada y ajena al romanticismo de mi labor, ha de reconfortarme encontrar esa imagen de hombre mediocre, de aquél que podría sumergirse en las mansas y grises aguas de la multitud. Saberme ajeno al perfil arquetípico del asesino deja en evidencia que la única falta a la que me enfrento es la que resulta de conseguir adelantar el reloj que ordena el tiempo de mis víctimas. Mi credo encuentra la confirmación que nunca ha necesitado. Esos cuerpos seguirán pululando tras de mí en esa nada a la que irremediablemente pertenecen.

Mi temor a la policía es el del alumno ante el maestro que lo examina del mismo examen una y otra vez. He llegado a limitar mi preocupación a cuidarme de dejar oculta cualquier tipo de prueba que permitiera probar mi participación en la muerte de alguna de mis víctimas. A causa de mi dilatada carrera, he comprobado que las pesquisas policiales son estrictamente procedimentales, rudos manuales, guías turísticas de la escena de un delito. Los investigadores se dirigen, como bestias incapaces de deshacerse de sus anteojeras, al círculo social que abarca a familiares y personas más allegadas al cadáver. Un compañero de trabajo, una amante, un vecino, un socio; todos creemos poseer guardados en lo más recóndito del congelador diversas causas para querer ver al prójimo pudrirse cubierto de tierra y musgo. El sabueso se dirige al móvil que les empuja a actuar y con el que violan los principios su propia moralidad. A veces, el propio apasionamiento con que se ejecuta el asesinato es el principal orificio por el que se filtran las pruebas incriminatorias. Una mano que tiembla, un cuchillo que se pierde entre las vísceras, un ensañamiento que se prolonga para consumir ese tiempo límite con el que contamos, un grito de rabia que alerta a algún vecino. Escasas son las ocasiones en que un ladrón de poca monta, presa de nervios indómitos o ante un ruido imprevisto, finaliza su trabajo dejando a su víctima malherida en su impetuosa huida. Al contrario, los neófitos en este arte suelen incurrir en la simulación del robo como medio de camuflaje del móvil fidedigno del delito; sin percatarse, de que a su vez, exponen al ojo pericial una serie de pruebas que podrían considerarse absolutamente irrefutables.

En caso de que los pertinentes investigadores no llegaran a toparse con un móvil medianamente veraz, tantean, casi dando palos de ciego, el modus operandi del asesino. Lograr su boceto puede proporcionar elementos reconocibles en la forma de actuar, y asimismo, alcanzar a separar algo de paja, para lograr, de este modo, llegar a intensificar la investigación sobre alguno de los sospechosos que previamente se han determinado. Sin embargo, para conseguir cercar al ejecutor han de encontrar, al menos, una prueba que facilite la relación en la implicación, un fallo en ese sistema pluscuamperfecto que ha de ser la muerte. Y es entonces, cuando se alcanza la deseada última pieza del puzzle. En las últimas lecciones del manual perfecto del investigador es ahora cuando el implicado se derrumba delatándose o intentado deshacerse de esa reliquia que es la compañía del arma ejecutor. Facilitando de esta manera, pobre inocente, las labores de los perros de presa policiales. Eso es lo que podría llamarse un trabajo bien realizado, que sin duda bien merece recibir la palmadita en el hombro de su superior jerárquico.

En mi caso no existe móvil que encauce una actuación delictiva. Mi encargo se limita a una serie de víctimas desconocidas que el azar pone a mi disposición. Como usted doctor, quien en su primera visita, crea una historia médica mientras teclea absorto, dejando vislumbrar en las cansadas bolsas de sus ojos, un atisbo de repulsa ante la revelación que le hace un paciente, carente de cualquier tipo de patología psiquiátrica y cuyo nombre, a estas alturas, debe presumir que es ficticio. Como usted, doctor.



DIVINIDAD



Ishual bajó la mano lentamente con la palma hacia el suelo, y sonrió cuando el sol rojizo siguió su movimiento y se hundió entre las montañas. El cielo en llamas se fue oscureciendo paulatinamente, del naranja al violeta, del violeta al morado, hasta adquirir el tono negro intenso de la noche. Una a una fueron apareciendo las estrellas.
El cántico se elevó hacia ellas y las hizo parpadear de asombro; un sonido monocorde, grave, emitido por un millón de gargantas cantando por él, alzando al cielo sus voces en homenaje a su rey. Su sonrisa se ensanchó. Todos los días sentía lo mismo: la tensión al clavar los ojos en la bola encarnada, el alivio al ver que, una vez más, obedecía sus órdenes, la euforia empapando su cuerpo ante el sonido del himno de alabanza.
Todos los días sentía lo mismo; pero aquel día, como todos, fue como si lo sintiera por primera vez.
Las estrellas lo miraron y se inclinaron ante él. Y después fueron ellos, sus súbditos, los que se arrodillaron sobre los adoquines de la plaza sin dejar de cantar. Ishual estuvo a punto de gritar de alegría.
El mismo impulso de gritar que sentía cuando hacía que los árboles que flanqueaban la amplia avenida floreciesen, su intenso aroma, dulce y picante al mismo tiempo, llenando la noche e impregnando sus ropas y sus cabellos. También eso le provocaba escalofríos, también cuando las yemas se convertían en ramas sentía el irrefrenable impulso de cantar de gozo. Siempre, día a día. Siempre como la primera vez. Desde siempre.
Poder.
—Oh, Ishual, Dios Encarnado, que vinisteis a nosotros para premiar nuestra fe...
La voz del Sumo Sacerdote entonando la Invocación de la Noche reverberó en el aire cálido de la plaza, en el súbito silencio de los fieles que se congregaban a los pies de su rey. Se levantó una suave brisa que agitó las hojas de los árboles, las livianas ropas de los miles y miles de hombres arrodillados, los cabellos largos y finos de Ishual.
—...y moráis con Vuestro pueblo, y nos bendecís en nombre de Fortha, de Laima, de Havelya...
Un repentino escalofrío trepó por su espalda. La agradable brisa azotó su rostro con el helor del viento invernal. Se estremeció y abrió mucho los ojos, sin comprender de dónde provenía esa sensación tan parecida al... temor.
La voz altisonante siguió enumerando solemnemente el nombre de las deidades que compartían el panteón con él.
—No.
El sacerdote se interrumpió bruscamente. Su voz se quebró sobre la superficie adoquinada de la plaza, rebotando entre los cuerpos arrodillados. Se volvió, alarmado, y bajó los párpados para impedir que sus ojos se clavasen en los ojos de Ishual.
—Siempre ha sido así, Divinidad.
—No —repitió. Logró controlar el temblor de su voz a duras penas. ¿Siempre ha sido así?, se preguntó. ¿Y por qué de pronto todo parece distinto...?
El Sumo Sacerdote no necesitó ninguna explicación para volver a girarse de cara a la multitud y alzar de nuevo los brazos. Sin embargo, el gesto, que siempre había sido de reverencia, más pareció una burla que una muestra de adoración.
—Oh, Ishual, Dios Encarnado, que vinisteis a nosotros para premiar nuestra fe, y moráis con Vuestro pueblo, y nos bendecís en Vuestro Nombre...
—Mejor —trató de sonreír Ishual, inseguro, y desconcertado al no poder comprender el motivo. El rostro del sacerdote no cambió de expresión. Impávido, reverente... mordaz.
—Siempre ha sido así, Divinidad —respondió en voz baja.
Siempre ha sido así, sí. Si había algo inamovible en el mundo eran las tradiciones del recóndito reino que adoraba a Ishual. Las palabras, los hechos, la fe, la devoción; siempre así, desde siempre.
¿Y qué es lo que ha cambiado ahora...?
Haciendo caso omiso de su propia inquietud, agitó una mano y la brisa se calmó al instante. Un mechón de pelo cayó sobre su frente, libre de las manos juguetonas del viento; lo apartó con un gesto descuidado, y sus ojos se posaron en el rostro de uno de los sacerdotes menores que acompañaban al Sumo Sacerdote en todas las Invocaciones. El joven agachó la cabeza y apartó la vista de su dios.
El escalofrío volvió a clavar sus afiladas zarpas en su columna. ¿Me rechazas...?, pensó, súbitamente iracundo, furioso, incrédulo.
—Leo el miedo en tus ojos —susurró en un tono tan quedo que ni siquiera llegó a sus propios oídos. El joven acólito, sin embargo, lo oyó. Levantó el rostro y lo miró fijamente—. ¿Te atreves a mirarme? —inquirió Ishual, desconcertado y lleno de ira, mientras luchaba por ignorar el temblor que amenazaba con apoderarse de sus miembros. ¿Acaso has olvidado lo que es el respeto? Abrió mucho los ojos, atemorizado. ¿Es que tú también te burlas...?
La rabia se unió al recelo e hizo temblar el mundo. Ishual hizo un gesto brusco.
No fue su mano sino su ira la que empujó al sacerdote con tanta fuerza que éste se vio arrastrado por un viento invisible hasta el borde de la plataforma, donde se tambaleó un instante antes de caer hacia los brazos abiertos y los cuerpos arrodillados de la multitud.
La voz del Sumo Sacerdote no vaciló y la Invocación de la Noche, la más larga de las Cinco Invocaciones, continuó resonando en la abarrotada plaza; sin embargo, Ishual notó el sutil cambio en el ambiente, los miles de respiraciones convirtiéndose en miles de jadeos entrecortados, la excitación, el ansia de violencia, de sangre. La rabia de los que despedazaban el cuerpo del joven sacerdote allí abajo; el asombro, la reverencia de los miles de ojos posados en Ishual.
La fe llegó a él como una oleada y agitó de nuevo sus cabellos, una brisa mucho más fuerte, ardiente, un mar húmedo y cálido que empapó su piel y se introdujo en su cuerpo, fluyendo en el interior de sus venas, lavando el terror y la incertidumbre; el poder que emanaba de sus súbditos arrodillados en ondas que convergían en el trono del Dios Encarnado. Cerró los ojos, echó la cabeza hacia atrás y gimió.
Éxtasis.
Seguid creyendo, articuló en su mente, ignorando el ronroneo de la voz del Sumo Sacerdote. La sensación de la fe acariciando su alma fue tan placentera que tuvo que contenerse para no gritar. Seguid creyendo, ordenó, imploró en silencio, apretando los brazos del trono con las manos.
Eran los dioses los que hacían las reglas. Y él era uno de ellos. Si para ello tenía que matarlos a todos, uno a uno, lo haría. Creed.
Una risa burlona. Un susurro en su oído: ¿Pero son los dioses los que crean el mundo? ¿O el mundo el que crea a los dioses?
Alzó la vista y miró al Sumo Sacerdote sin comprender.
—¿Qué...?
El sacerdote se volvió al oír los murmullos de los fieles y fijó la vista en el suelo a los pies de Ishual. Hizo una reverencia tan pronunciada que barrió el suelo de mármol con la larga coleta de pelo liso.
—Sólo pronunciaba la Invocación, Divinidad.
—¿Invocación...?
Lejos de parecer sorprendido, el sacerdote se inclinó otra vez.
—Oh, Ishual, Dios Encarnado —entonó—, que vinisteis a nosotros para premiar nuestra fe...
El resto de la oración le resultó incomprensible. Ishual entornó los ojos, pensativo, mirando sin ver el rostro radiante del sacerdote. Vinisteis a nosotros... Nunca le había llamado la atención aquella frase en concreto. En esos momentos, sin embargo, le resultó perturbadora. Tan perturbadora como la mirada insolente del joven acólito cuya sangre empapaba la plaza.
—¿"Vine" a vosotros? —preguntó al fin sin poder contenerse, interrumpiendo la plegaria. El sacerdote lo miró, parpadeando, y bajó los brazos.
—Bajasteis a nosotros para recompensar nuestra fe, Divinidad. —Una nueva reverencia. Los brazos cruzados sobre el pecho.
—¿Bajé? —inquirió Ishual, inquieto—. ¿Qué quieres decir?
El sacerdote se inclinó de nuevo. —Premiasteis nuestra fe con vuestra presencia. Con vos, Divinidad.
—No —murmuró Ishual—. No. Siempre he estado aquí. Recuerdo... Lo recuerdo. Desde siempre.
El sacerdote asintió.
—Bajasteis a nosotros. Habéis estado aquí desde siempre.
Desde siempre. Siempre ha sido así. Pero hubo un tiempo en que no lo era, no lo era... Cerró los ojos, confuso. Hacer ascender el sol, la hierba creciendo a una orden mía... Mis fieles, mis súbditos, su fe. Tan dulce, tan apetitosa. Otorgándome poder.
Éxtasis.
¿Qué ha cambiado...?
Entonces, lo comprendió. Y la comprensión cayó sobre su cabeza como una losa, como todo un templo erigido en su honor. Abrió la boca, pero tuvo que hacer un enorme esfuerzo para encontrar su voz.
—Fueron ellos los que me crearon —murmuró, aterrado—. Fueron ellos los que creyeron en mí. Su fe me creó.
Y su fe está vacilando. Se llevó las manos a los oídos, pero aun así podía oír las risas burlonas del dios en su mente. ¿Es el mundo el que crea a los dioses? Su propia risa. ¿A quién reza un dios cuando siente miedo?
—¿Y qué ocurrirá si dejan de creer...?


CIEGO

o o o o o o o
o o o o o
o


Estoy absolutamente aburrido de las continuas charlas con psicólogos y terapeutas.
Que si la vida no se acaba aquí, que si hay un montón de posibilidades y nuevas oportunidades para los que padecen lo mismo que yo...
¡Una mierda bien grande! Para todos ellos.
No deseo llevar colgada a mi cuello una ristra de cupones, ni participar en absurdos torneos persiguiendo un balón con cascabeles.
Yo hasta hace un mes era fotógrafo, señores. Vivía de las imágenes. Las mismas que ahora se me niegan y que acabarán difuminándose en mi cerebro, obligado ahora a vivir de los recuerdos.
Tampoco quiero que nadie hipoteque su vida a mi lado para servirme, ni siquiera un perro. Sufro de agorafobia, y por supuesto la ceguera no hará que desaparezca. Al contrario, hará que empeore hasta el infinito, y no soportaré lanzarme al vacío armado tan sólo con un bastón, buscando desesperadamente un tope que me sitúe en el espacio.
Así pues, no traten de inyectarme a la fuerza las ganas de vivir que ya no tengo, pues tan ciegos como mis ojos han quedado mi corazón y mi alma.

***
Tres meses después

Dios mío. Con todo el trabajo que me había costado localizar el bote de somníferos...
Qué puede importarlos a ellos que yo permanezca aquí o que me mude definitivamente al otro barrio. Nadie considera que mi pérdida de la vista sea para tanta desesperación. Se empeñan en que trate de encontrar de nuevo la felicidad dentro de las limitaciones que padezco. Que es posible hacerlo...
Si ya es muy difícil alcanzarla estando sano, no puedo ni pensar en encontrarla habiendo perdido mi sentido más preciado.
Cuando salga de este hospital, lo intentaré de nuevo, y esta vez me aseguraré de no errar en mis propósitos.

***

Treinta meses después

Por fin he terminado de leer el libro que ella me regaló. Y me ha gustado mucho, si señor. Me lo he acabado en tan sólo una semana, a pesar de que no tengo aún la sensibilidad suficiente en mis dedos como para leer con fluidez.
Ahora debo ponerme en marcha para estar preparado. Deseo estar impecable para cuando ella llegue. Esta noche viene a cenar y me ha prometido cocinar algo especial. Yo tendré a punto el vino, y estoy seguro de acertar con mi elección. De algo debe servirme ser sumiller del restaurante.
Pondré velas, y a pesar de que su tenue resplandor no penetre mis retinas, sé que su candor estará presente haciéndonos compañía. El aroma a cera quemada envolverá la escena otorgándole la calidez que le corresponde.
No me olvido de ti, mi mejor amiga. La más fiel y leal de las amistades que jamás tuve. Yo soy ciego, y ella es muda. Su única falta. Pero su compañía y apoyo constante me hacen sentirme tan seguro y firme que ahora no concibo mi existencia sin su cercanía.
Tan poco exigente y tan complaciente a mis deseos. Desde que llegó a mi vida, la soledad que se hallaba aposentada en mi corazón, se despidió huyendo por la puerta. Espero que para siempre.
Yo no puedo verla cuando está ahí, echada a mis pies, pero me apercibo que a cada movimiento que ejecute, por ligero que sea, ella gira su cabeza de pastor alemán y me contempla con ojos solícitos.

***
Treinta y seis meses después

Hoy mi novia no ha acudido a trabajar al restaurante. Decía no encontrarse nada bien y la he dejado echada en la cama de nuestro apartamento. Creo que llamará a su medico para que la visite a domicilio. Lleva días insinuándome que desde que vivimos juntos, sufre de estornudos y lagrimeos constantes, y cree que padece alergia al pelo de mi perra.
Yo la he dicho que uno acaba haciéndose inmune al pelo de su propio animal, que tenga paciencia, pues no me quiero enfrentar a esta disyuntiva. Tampoco mi perra Lucera parece querer acomodarse a la presencia permanente de Ivana. La gruñe cuando pasa a su lado y se retira a un rincón cuando se acerca a darme un beso, pues oigo sus pisadas alejándose. Las primeras noches rascaba con sus patas en la puerta del dormitorio y lloraba, pues estaba acostumbrada a dormir en la alfombra al pie de mi cama. Por suerte ya ha dejado de hacerlo, pero mientras hago el amor con Ivana siento que Lucera se halla aún detrás de la puerta, esperando en silencio. Supongo que piensa que ha invadido su territorio y que siente celos de ella. Espero que con el tiempo se acaben acostumbrando a la presencia de ambas en la casa.

***
Treinta y seis meses y una hora después

Yo también me he empezado a sentir mal repentinamente. Una intensa congoja ha invadido mi pecho, como si algo no fuera bien en mi entorno. Me he visto obligado a pedir al dueño permiso para ausentarme, y afortunadamente no me ha puesto ningún reparo. Se ha ofrecido a llamarme un taxi, pues siempre salgo acompañado de Ivana y ella me guía hasta nuestra casa. Ya he perdido la costumbre de solventar los escasos trescientos metros que separan mi domicilio del restaurante, pues antes cubría este trayecto acompañado de Lucera.
Introduzco lentamente la llave en la cerradura. El pesar de mi pecho se hace más y más prominente y eso me invita a abrir la puerta con suavidad.
No oigo más que al silencio. Nada se mueve. Mis manos tiemblan como una hoja al viento y dejo caer el bastón. El nombre de Ivana sale de mi trémula garganta en forma de pregunta, pero no obtiene respuesta. Cubro de forma automática los pasos que me separan de la puerta de la habitación. Y de repente me tropiezo con ella.
—¡Lucera, ven!
Me agacho hasta ella. Se mueve nerviosa cuando la acaricio el lomo. Acurruca su cabeza cariñosamente en mi pecho metiendo y sacando su larga lengua como si se relamiera. Está empapada.
Mi corazón se encoge y busco frenéticamente con mis manos una herida entre su pelaje, pero tras un desesperante minuto, compruebo que parece estar bien y no tener nada.
—¿Qué ha pasado, Lucera?... ¿Qué-has-hecho, Lucera?
Tengo un terrible presentimiento. Llamo exasperadamente a Ivana, pero sigue sin responderme. Intento penetrar el umbral del dormitorio, pero Lucera se interpone en mi camino, no quiere dejarme pasar. Lo intento una y otra vez, pero mi perra se revuelve contra mis piernas hasta que finalmente caigo al suelo. Me arrastro atormentado por el suelo de forma patética, mientras Lucera me agarra con sus colmillos del jersey, tirando hacia atrás. Al fin desiste, sabiendo que finalmente no podrá ocultarme la verdad. Siento el sonido de sus pisadas sobre el parquet desapareciendo de la habitación.
Escalo a la cama y me postro al lado de la descompuesta anatomía de Ivana. Intento apoyar mi mano en su desnudo vientre, pero ésta se hunde en sus húmedas entrañas dejadas al aire. Quiero apoyar mis labios en su rostro para besarla, pero no encuentro más que un hueso descarnado. Sus turgentes pechos no son más que pústulas sanguinolentas que se deshacen entre mis dedos.
No pudo concebir imaginarme la espantosa escena y la fiereza y la rabia encarnizada con que mi perra ha despedazado a mi novia. Mi mundo se derrumba y no puedo sino más que gritar inconsolablemente.

***

Treinta y seis meses y tres horas después

Me siento mareado y aturdido. Estoy sentado en el sofá del salón y alguien me ofrece constantemente una taza de tila. El murmullo de gente de entra y sale, que viene y va, confunde mis sentidos. Olores extraños, susurros en voz baja, ligeras corrientes de aire que se apartan al paso de personas y que rozan mi rostro trayéndome sus oscuras confidencias.
Tras el accidente, y que me comunicaran que jamás volvería a ver la luz del día, era imposible pensar entonces que podría sufrir una noticia peor que esa. Pero qué desagradables sorpresas me depararía la vida… qué consuelo me puede quedar ahora...

—Señor...discúlpeme. Soy el inspector Sánchez. Me consterna profundamente tener que pronunciarle esta pregunta en estos momentos para usted tan terribles, pero me hallo en la obligación de hacérsela a instancias del informe preliminar... ¿Conocía usted a la otra persona… la que se halla tendida desnuda en el suelo, al otro lado de la cama?









jueves, 2 de abril de 2009

STANISLAS DE GUAITA: EL PRÍNCIPE DE LA ROSACRUZ





Hace poco tiempo que se celebraba el centenario de la muerte de un personaje al que se consideraba uno de los pioneros en el ocultismo de la Francia del siglo XIX y gran maestre de una orden rosacruz. En España, todavía hoy se le venera como uno de los mayores eruditos dentro de la congregación rosacrucista AMORC. Hombre indiscutiblemente culto y gran poeta de su tiempo, se dice que recogió en su propia casa la mayor colección de libros y manuscritos esotéricos y ocultistas de la época. Sin embargo, leyenda o realidad, hubo algunos contemporáneos que no estaban de acuerdo con la dudosa ética de este sabio. Joris Karl Husymans, poeta simbolista francés nacido en París en 1848, acusó abiertamente y por prensa a Stanislas de Guaita, el mago negro, de haber enviado al Diablo al abate Boullan, por el que el mencionado Stanislas sentía una tremenda aversión. Esto no es coincidencia alguna, puesto que el abate Boullan era enemigo público del rosacrucismo y que, al parecer, también practicaba la magia. Tras batirse en un duelo de maleficios ambos magos, el abate moría el 4 de enero de 1893.

Lo que sí es cierto es que el poeta Husymans se retiró al monasterio de los Benedictinos tras ser perseguido por la multitud de magos negros que apoyaban al enigmático Stanislas de Guaita. En 1897 moría el mago negro, a los 37 años de edad. Muchos dijeron que fue el efecto de su magia negra lo que lo llevó finalmente a la tumba, a causa del mal uso de la magia que había hecho durante su vida y sus experimentos ocultistas. También hay quienes dicen que su muerte fue provocada por los malos hábitos que solían llevar los magos dedicados al ocultismo: bebida, drogas, orgías, etc... Husymans, acosado por los magos negros, moriría diez años más tarde en el monasterio, ya convertido en monje.

martes, 24 de marzo de 2009

MOSCOW ZERO

FICHA TÉCNINCA


Dirección............................... Luna.
País..........................................
España.
Año.......................................... 2006.

Duración................................. 90 min.

Guión........................................Adela Ibáñez.
Producción...............................José Magán.

Música......................................Javier Navarrete.
Fotografía................................Ricardo Aronovich.
Montaje....................................Elena Ruiz.
Dirección artística...................Pepe Domínguez y Juan Tena.
Vestuario..................................Queca Sainz.


FICHA ARTÍSTICA


Val Kilmer............................... Andrey

Vincent Gallo............................Owen

Oksana Akinshina ....................Lyuba

Joss Ackland.............................Tolstoy

Rade Serbedzija.........................Sergei Spassky

Joaquim de Almeida..................Yuri

Sage Stallone.............................Vassily

Alex O'Dogherty .......................Pavel

Paloma Terriente........................Sombra

Julio Perillán..............................Alec


Pocas veces una película se había quedado tan fijamente guardada en mi retina, hasta tal punto de que, algunas veces, cuando cierro los ojos, todavía pululan por mi mente esos seres semifantasmales. Parecen buscar en mi interior algo que no consigo descifrar: el sueño a veces se convierte en una pesadilla que podría deleitar hasta a los escritores y guionistas más morbosos. Sin embargo, bajo este pequeño mundo en los túneles subterráneos de la ciudad de Moscú uno tiene la sensación de perder el hilo. ¿Es el infierno o la puerta hacia el paraíso? Con grandes dosis de imaginación parece querer aliviar el resultado mantecoso y espeso de la trama, difícil de seguir, con un final que no se sabe si es abierto o simplemente incomprensible. Para sentarse delante de la televisión y abrir las mentes, dispuestos a interpretar cada uno lo que quiera.

lunes, 23 de marzo de 2009

LA DAMA DE LOS BARRANCOS

A Pep le había asesinado el monte. Silenciosa, lentamente había ido absorbiendo las últimas gotas de vida que le quedaban, hasta hacerle morir del todo. Eso era lo que contaban allí abajo, en las faldas del monte, donde todo el mundo parecía tenerle miedo a aquel enorme monstruo que se elevaba sobre sus cabezas. Solo los pastores se atrevían a subir por sus laderas durante los meses de primavera y verano, cuando la hierba fresca comenzaba a escasear en las cercanías. Pero es que, como decían, con el monte hay que tener cuidado, porque es muy traicionero, y se cobra las vidas de algunos insensatos, como Pep, que desapareció tras una noche de tormenta y de relámpagos que iluminaban el cielo con sus destellos. Abajo, la Sisca rezaba sus oraciones y pedía a Dios en sus plegarias que le devolviera a su prometido sano y salvo.

A la Sisca le habían barrido sin querer los pies una tarde de otoño, mientras disponía la leña recién cortada a ambos lados de la chimenea. Había sido su hermana mayor, que, sin darle más importancia, se quedó callada y se fue a limpiar al otro lado de la casa. La Sisca se había preguntado miles de veces si aquello que contaban era cierto o, como los más escépticos decían, solamente eran supersticiones. Pero ya se sabe que la gente del pueblo es muy recelosa, y la Sisca no quería quedarse sola, así que un buen día se marchó, aconsejada por su madre, a la ciudad, donde había una hermosa iglesia al pie del río en la que pudo orar a San Antonio durante días y noches. Al cabo de tres meses, la Sisca volvió al pueblo, con fiebres que le provocaban tremendos delirios. Mientras la aseaban decía entre susurros que había visto a la mismísima virgen aparecida en las orillas del arroyo, así que no tuvo más remedio que guardar cama durante varias semanas. Sin embargo, tras un mes las fiebres remitieron, y la Sisca, aunque estaba muy desmejorada, pudo comenzar a caminar de nuevo. Cuando le preguntaban por la virgen que había visto a la orilla del arroyo, la Sisca se limitaba a encogerse de hombros, diciendo que no se acordaba de nada. En cuanto pasaron unos días, sus mejillas comenzaron a recobrar su color, y sus ojos negros resplandecían, bellos, como nunca antes lo habían hecho. Su sonrisa pareció adquirir otro cariz diferente, y todo el mundo la observaba, entre el estupor y el miedo, preguntándose si realmente había estado rezando, como pregonaba, o había hecho un pacto con el diablo.

Lo que sí es cierto es que al cumplir los diecisiete años a la Sisca ya la pretendían un harto número de hombres a los que, no sin sentirse angustiada, se veía obligada a rechazar. Temía que, tras haber suplicado no quedarse sola nunca, Dios se enfadara con ella por resistirse a todas las proposiciones de matrimonio. Pero el día en que la Sisca se enamorase aún estaba por llegar: fue el día en el que Pep llegó al pueblo.

Por alguna casualidad del destino, el pastor, que provenía de una aldea no muy lejana, se había extraviado a causa de las lluvias torrenciales que habían devastado gran parte del camino y la vegetación al lado del arroyo, dificultándole la ya por sí ardua tarea de guiar un enorme rebaño de ovejas. Su padre era pastor también, había comentado, pero aquel año unas gripes le habían atacado de tal manera que no le quedó más remedio que mandar al joven solo. Y he aquí que, sin saber muy bien cómo ocurren las cosas, la Sisca, que venía de lavar en el arroyo, se encontró cara a cara con aquellos ojos azules, inmóviles, que buscaban algo dentro de los suyos. La Sisca, avergonzada, corrió hacia su casa, en la que estuvo encerrada durante tres días y tres noches de intensa lluvia. Le daba miedo aquella sensación que había recorrido su estomago al cruzarse con el extraño joven, y se preguntaba qué significado tendría. Pero al cuarto día, cuando todavía estaba oscuro, algo golpeó contra la ventana de su habitación. Perezosa, la Sisca fue a abrir, pensando que sería, el hijo de alguna vecina, como siempre, haciendo de las suyas, cuando se dio un susto de muerte al ver aparecer la cara de Pep, sonriente.
- Hola – le dijo aquel joven. – Me marcho al amanecer.
- Ah – contestó embobada la Sisca.
- Aún no me has dicho tu nombre.
El silencio se apoderó de los labios de la Sisca. Sabía que aquello estaba mal, muy mal, y que Dios la podía castigar por dejarse llevar por sus instintos que le ordenaban con furia que besara a aquel extraño con el que se tropezó al volver del arroyo.

- Sisca. Me llamo Sisca.

Y así fue como los jóvenes comenzaron una larga charla a través de la ventana que se prolongó hasta el amanecer. Con las primeras luces del alba, Pep se perdió en el horizonte con su rebaño, y la Sisca se quedó, sola y confusa porque no sabía qué era aquello que le oprimía el pecho con tanta fuerza. Pero Pep si que lo sabia, y le gustaba quedarse dormido a la luz de la luna mientras la recordaba, como si fuera un sueño del que no quisiera despertar. Sus pensamientos le acompañaban cada día, y a veces parecían querer alargar las horas, convertirse en una espera infinita en la que le era imposible ser paciente porque quería tener en sus brazos a aquella muchacha de ojos negros.

Cuando bajó al pueblo, con las primeras lluvias, se quedó durante varias jornadas rondando a la Sisca, y antes de irse la besó, al pie de los barrancos, prometiendo que volvería para estar con ella. Y así fue: no pasaron dos meses desde la marcha de Pep cuando murió su padre. Tras celebrar su santo entierro, Pep volvió al pueblo para quedarse, porque ya no le ataba nada a su antigua casa. Se construyó una nueva al lado de la Sisca para rondarla por las noches y tenerla siempre cerca. Sería una casa para los dos, le había dicho, para que tengamos muchos niños correteando a nuestro alrededor. Poco después, y sin causar mucho alboroto entre los vecinos, se anunciarían los esponsales. La madre de la Sisca no cabía en si de gozo, al igual que su padre, y no pusieron objeción alguna en que se casaran en otoño, cuando comenzaran las primeras lluvias y Pep volviera del monte.

El día antes de marchar, la Sisca y Pep pasaron las horas al borde de los barrancos, observando la majestuosidad del valle a sus pies. Pep le había prometido una y otra vez que iba a volver para casarse con ella. La Sisca le contó su peregrinación, dos años antes, cuando fue a rezar a San Antonio. Ambos rieron durante largo rato, y se despidieron finalmente con un beso que ambos guardaron como promesa en su corazón. Sin embargo, la Sisca sabía que algo no iba bien, algo que le decía que impidiera que Pep subiera al monte. Aun así, prefirió dejar marchar a su futuro esposo y abandonarse a sus plegarias desde aquella misma noche.

Algunos dicen que fueron los lobos, otros, las frías noches a la intemperie, e incluso había quien decía que fueron los espíritus maléficos de las almas que perecieron en el monte, pero parte del rebaño de Pep volvió a casa a los dos meses, cuando aún no había comenzado el verano. Pronto iniciaron la búsqueda por todo el lugar, barriendo hasta el más mínimo rincón, pero solo pudieron encontrar algunas ropas desgarradas de Pep, abandonadas en un recodo del camino. Tal vez algún pastor de otra aldea lo hubiese enterrado pronto, al ver que no reclamaban su cuerpo. A la Sisca no le quedaba mas remedio que llorar por él todas las noches, cuando se repetía una y otra vez las promesas que su amado le hizo en los barrancos. Y así fue como entró el otoño, y después el invierno, y después la primavera. La Sisca no salía de casa, porque decía que ya no tenia nada que hacer allá fuera, sin la presencia del pastor del que Dios le había privado. Ese era su castigo, se decía, por haber pecado con aquel hombre. Por las noches se escuchaba en todo el pueblo los llantos de la inconsolable Sisca, que, dolida, gritaba a los cuatro vientos.

- ¿Por qué me has dejado? ¿Por qué ahora?

Los años fueron pasando, pero el dolor seguía anclado en el pecho de la Sisca. Tanto, que decían que se volvió loca. Sus padres murieron, quedándose así sola en este mundo. La madre de la Sisca enfermó al sentir el dolor de su hija, y su padre, envuelto en un halo de tristeza tras la muerte de su esposa, decidió seguirla tras unos meses de ausencia. La Sisca había cumplido ya los treinta en el entierro de su padre, y su pelo comenzaba a encanecerse. No había querido volver a casarse. Tan solo se adueñó de la casa que construyó Pep para los dos, y se consolaba sentándose allí, en una esquina en la que no entraba la luz del sol, recordando los momentos fugaces de amor que había sentido a su lado.

Pep se incorporó, incómodo. La luna brillaba con una fuerza inusitada, desplegando por el monte todo su blancor. Ignoraba que había sucedido, pero se sentía feliz, muy feliz. Pensaba por unos instantes que estaba muerto, pero luego se dio cuenta de que podía moverse. Tenía que contárselo a la Sisca. Buscó su rebaño, pero al no hallarlo, emprendió el camino de vuelta a casa pensando en sus bodas, que habrían de celebrarse pronto. Ya no quería salir más al monte; no volvería a dejar a la Sisca sola ni un solo instante, porque quería que cada vez que respirase, que parpadease, cada vez que lloviese fuera junto a ella.

Dos lunas más tarde llegaba al pueblo el pobre y desarrapado Pep, que, asombrado, contemplaba estupefacto las casas, antes repletas de gentes que iban y venían, y ahora abandonadas. Todo era silencio, y la luna se ocultaba tras las nubes para alimentar el tétrico ambiente que reinaba. Pep buscó la casa de la Sisca, y después dirigió una leve mirada hacia la suya. Parecía habitada, porque todo estaba en orden; sin embargo, en la casa de la Sisca no había nadie. Se preguntó si sus padres podrían haber muerto antes de su llegada, y de pronto le invadió el temor. ¿Y si hubieran tenido que huir, víctimas de alguna enfermedad? Le alivió escuchar a unos niños que jugaban en una de las casas cercanas, así que se sentó a esperar a su prometida, que ya no tardaría en llegar, pues aprovechaba la salida de la luna para rezar.

La puerta crujió ligeramente al abrirse. Pep encendió un candil que encontró al lado de la mesa y se dirigió hacia la entrada.

- ¿Quién anda ahí? – murmuró sobresaltada la Sisca al ver el haz de luz del candil aproximándose.
- Sisca, que soy yo, que he vuelto a casa – contestó Pep.

Al llegar a su altura alumbró el rostro de la Sisca con el candil, horrorizándose al ver el aspecto que tenia: su rostro estaba embarrado, los cabellos despeinados y blanquecinos. Por un momento pensó que se trataba de su suegra, hasta que miró sus ojos negros como el día en el que se cruzó con ella por primera vez. Ella esquivó su abrazo y retrocedió, asustada, hacia la puerta. Pep no entendía nada, y por más que intentaba dar una explicación al comportamiento de la Sisca, no la encontraba. De repente, la Sisca desapareció tras la puerta.

- ¡No estoy loca! – chilló mientras corría como alma que lleva el diablo.
- ¡Espera Sisca! ¡Que soy yo! – gritó Pep al tiempo que abandonaba la casa para sumarse a la carrera.

La Sisca se internó en el bosque. Pep no aguantaba más: estaba exhausto, pero quería detenerla. De repente, las nubes dejaron paso a la luna, que iluminó el cuerpo de la Sisca en la lejanía. Pep tuvo un horrible presentimiento: abandonó el bosque y se dirigió a los barrancos, donde tantas veces se habían besado. La Sisca iba directa a ellos. Tenía que parar aquella absurda carrera.

- ¡Sisca! ¡Párate! – su voz resonaba como un eco, que fue su única respuesta.

Pep se paro en seco. Ya no podía hacer nada más que ver cómo el vacío se tragaba a su prometida. La oyó gritar una última vez antes de que se despeñara por completo... Ya todo estaba perdido.

Se sentó a llorar en una roca. De repente, una idea cruzó su cabeza. Ahora lo comprendía todo, cuando ya nada podía hacer. Se maldijo una y otra vez mientras se ponía en camino hacia el monte de nuevo. Aquel monte que le había dado de comer durante tantos años, y que ahora le cobraba tan caro, con su propia vida y con todo lo que más amaba.

Nadie se preocupó por encontrar el cuerpo de la Sisca, pues los barrancos eran un lugar de difícil acceso para cualquiera que se dignase a poner un pie en ellos, y lo que contaban los ancianos acerca de aquella extraña mujer a la que el vacío devoró se quedó en mera leyenda. Sin embargo, unos años después de lo acaecido, se encontraron los restos de un pastor en una de las cuevas cavadas, tal vez los del difunto Pep, como piensan los más jóvenes.

Cuentan algunos aldeanos que, algunas noches, cuando la luna está oculta, una figura espectral baja del monte y corre hacia los acantilados, y allí se reúne con el alma de la Sisca, la dama de los barrancos, como la llaman las gentes del pueblo. Ella le espera desde la medianoche, con el cabello encanecido, los ojos llorosos y ataviada con el traje de bodas. Ambos se pasean por el bosque, cogidos de la mano, durante largas horas. Pero al llegar el alba, la Sisca debe volver a su morada, como siempre, y Pep le promete que volverá para casarse con ella.








lunes, 16 de marzo de 2009

El segundo nombre


Ficha técnica:

Director: Paco Plaza
Productores: Julio Fernández, Joan Ginard
Guión: Paco Plaza, Fernando Marías
Basado en la novela “Pact of the fathers”, de Ramsey Campbell
Productores ejecutivos: Carlos Fernández, Joan Ginard
Co-productora ejectutiva: Antonia Nava
Director de producción: Josep Amorós


Reparto de personajes:

Daniella........Erica Prior
Chrysteen.......Trae Houlihan
Theodore Logan…….Craig Hill
Nana……Teresa Gimpera
Simon Hastings….. Denis Rafter
Padre Elías……John O’Toole
Inspector Potts…..Frank O’Sullivan
Harris…………Craig Stevenson
Dr. Larabee……..Richard Collins-Moore
Dr. Grant……….Toby Harper
Raymond……..Miguel Monroy
Señora Hastings…….Birgit Bofarull


Sinopsis:

Una carretera. Un coche que parece no ir a ninguna parte. Un disparo en medio de la nada. Y silencio.

Así comienza este film con el sello ibérico. Cada vez más, directores y productores españoles se introducen en el mercado cinematográfico anglófono para ofrecernos, como siempre, un cine de alta calidad, como así lo certifica el premio del Festival de Sitges, ya que fue condecorada con el premio a la Mejor Película Europea de Género Fantástico en 2002. A pesar de haber tardado casi siete años en descubrirla, el resultado ha merecido la pena.
Daniella Logan sufre la muerte repentina de su padre. Su madre, ingresada en el hospital psiquiátrico desde mucho tiempo atrás, solo es capaz de responder ante la muerte de su marido con el nombre “Josephine”. Danielle comenzará a investigar desde ese momento quién es y por qué su padre se ha suicidado sin razón aparente. Pero descubrir todas estas cosas tiene un precio muy alto, porque no todo es lo que parece. La religión parece estar latente en cada plano, otorgándole un papel fundamental a ciertas creencias que se desvían de la ética y la moralidad actual que presenta el cristianismo. La intriga nos conducirá lentamente hasta un final totalmente inesperado, brutal y, por supuesto, como merece el renombre de sus productores.






viernes, 13 de marzo de 2009

ESPIRITISMO: RELIGIÓN O PAGANISMO


ALLAN KARDEC Y EL ESPIRITISMO:

Podríamos decir que el espiritismo, fue nombrado doctrina filosófica cuando Allan Kardec la fundo en el siglo XIX. Esta doctrina tiene como base los libros de este gran pedagogo. El espiritismo está referido al sistema para estudiar a los espíritus: según su fundador, es el estudio de la naturaleza, origen y porvenir de los espíritus, y sus relaciones con el mundo real. Allan Kardec también decía que el espíritu, cuando abandona el cuerpo material, puede reencarnarse tanto en un hombre como una mujer, sin importar su raza ni su color. Por eso también desempeño un papel importante en la abolición de la esclavitud.
Escribió uno de los libros más importantes para la doctrina del espiritismo en 1857, que supuso el comienzo del movimiento espiritista, y en 1858 fundó la revista Espirita al que fue su director hasta el 1869. En 1867, publicó en esta revista la base de la idea de que, para comprender el espiritismo es necesario hacer uso del juicio, y antes de admitir nada, saber el por qué y cómo de cada cosa. El espiritismo también se dirige a aquellos que no creen o que dudan, pero no a los que tienen una fe y con esta ya les basta: no pide a nadie que deje de creer en su fe y que crea en las ideologías que él postulaba. El espiritismo tiene como finalidad el mejoramiento del ser humano: no busca a los perfectos, sino a los que se esfuerzan a serlo. El verdadero espiritista no es el que ha llegado a su meta, sino aquellos que en verdad quieren actualizarla.
¿Por qué agrada el espiritismo? Porque, según el propio Kardec, es una felicidad saber que los seres que amamos no los hemos perdido para siempre, sino que están siempre con nosotros, y porque las orientaciones dadas por los espíritus tienden a convertir en mejores a los hombres. En su obra, Viaje espirita, Allan Kardec demuestra sin lugar a dudas que era un hombre mucho más adelantado a su época.


MEDIOS DE PUESTA EN CONTACTO:

Ya en la Edad Media creían que los espíritus regresaban al mundo de los vivos. Este tipo de apariciones estaba registrado en muchos relatos anteriores de esta época, pero no consta que hubiera alguna práctica espiritista. Desde la antigüedad, la humanidad ha creído que se puede comunicar con los espíritus: por ejemplo, los chamanes de Asia y Oceanía aseguran tener la capacidad de comunicarse con los espíritus de los muertos.
Actualmente, mucha gente ha tenido contacto con prácticas para intentar el contacto con los muertos a través de métodos adivinatorios, como por ejemplo la guija y el juego de la copa.


LAS HERMANAS FOX:


La historia de la hermanas Fox ocurrió en Hidesville, en el estado de Nueva Cork, en 1848. Estos hechos marcaron el comienzo del movimiento espiritista moderno. Los hermanos Fox eran siete, pero solo participaron tres: Leah, con treinta y cuatro años, Margaretta, de catorce, y Catherine, de doce. Su madre contó que la casa donde vivían provisionalmente había sufrido temblores inexplicables en las paredes y muebles, ruidos de pasos y golpes. La familia, llegó a la conclusión de que la casa debía hospedar a algún espíritu inquieto y desagradecido. Se acostaron temprano la noche del viernes 31 de marzo; Margaretta y Catherine, que vivían aun con sus padres, se instalaron en la habitación de sus padres. Fue la presencia de ellos, la que animó a las niñas a responder con tanta desfachatez cuando comenzaron los golpes. Las niñas oyeron los golpes y trataron de hacer lo mismo; la pequeña preguntó al espíritu que repitiera lo mismo que hiciera ella golpeando las manos: el sonido de inmediato lo repitió. Entonces, cuando el sonido paró, Margaretta dijo que hiciera lo que ella hacía: contó uno, dos, tres, cuatro, golpeando las manos al mismo tiempo, y los golpes aparecieron otra vez.
Al paso de los días, las niñas pasaron a comunicarse con el espíritu, usando un código alfabético. El ente se presentó como un buhonero de 31 años que había sido asesinado y enterrado en el sótano de esa casa. Muchos vecinos asistían a la casa de la familia Fox para afirmar ese suceso, otros acudían por petición del espíritu. Mucha gente la hacía preguntas y él se las respondía. Esos golpes solo se producían en presencia de las niñas. Las niñas y su madre se marcharon a casa de la hermana mayor, Leah, para ver si los golpes desaparecían, pero no fue así, porque les seguía allá donde fueran. El espíritu, en una de sus apariciones, les dijo que alquilaran la sal más grande del pueblo y mostraran al mundo los poderes que tenían. En esa actuación las niñas recibieron burlas y algunos las ridicularizaron, hasta llegar al punto que un comité investigara los fenómenos. Al no encontrar nada, se formó un segundo comité, y tampoco pudieron encontrar nada. Los enemigos de las hermanas Fox se enfadaron mucho.
Al no poder llevar una vida normal, se tuvieron que marchar y trasladarse en 1850 a Nueva York. Las hermanas fueron investigadas por William Crookes, que al hacer la investigación, dio fe de la autenticidad de los sucesos. Los escépticos, que las hermanas hacían trampa, y, gracias a la lucha por demostrarlo recibieron un inesperado apoyo de las médium y de la familia Fox. El día que las hermanas Fox admitieron haber cometido un fraude, fue un día feliz para los que no creían en ellas. Al cabo de tres años, la hermana de la mujer de David Fox, vio como Catherine hacía los trucos, y al cabo de un tiempo, ella pudo hacerlos también. El 21 de octubre de 1888 Catherine fue citada para que revelara el fraude:

“Estoy aquí para denunciar, como una de las fundadoras del espiritismo, que todo ha sido un engaño desde el principio al fin, que se trata de la más absurda de las supersticiones, la más vil blasfemia conocida en el mundo.”

Todo el mundo se quedó en silencio, y de repente mientras, Catherine estaba inmóvil, se empezaron ha oír unos golpes en la sala, en el pasillo, y una de las señoras presentes en la sala comenzó a dar palmadas y chillando: “es un engaño”, “no es más que un truco”.
Catherine t después su hermana Margaretta se retractaron de lo que habían dicho y comunicaron que alguien las forzó para que testificasen en contra de lo que ellas mismas Habían divulgado.
¿Cuál era la verdad que se escondía detrás de la confesión y posterior retractación? Indudablemente, si Margaretta era capaz de dar esos golpes sobre el escenario, hay motivo de pensar que también utilizó esos trucos como médium. Esto fue confirmado por la publicación de unas cartas de su marido, preguntándole cuando acabaría esta farsa.
En 1904, cuando las hermanas Fox habían muerto, una de las paredes de su antigua casa se derrumbo: entre las ruinas se encontró los restos de un cadáver que no se pudo identificar, pero que nos conduciría a la hipótesis de la veracidad del mensaje que habían recibido las hermanas Fox.


LA TESIS DE ALLAN KARDEC

Allan Kardec es uno de los pioneros del espiritismo, pero fue más reconocido como un escritor intuitivo. Nació el 3 de octubre de 1804, en un hogar donde convivía cada día con la cultura. Estudió en Lyon y termino sus estudios en Yverdum (Suiza); en esta universidad se destacó como uno de los discípulos más extraordinarios de las materias de Ciencias y Letras. Al regresar a Paris monta un instituto de Enseñanza y, como maestro, publica muchos libros. En la universidad da clases de química, física, astronomía y anatomía. Al cabo de un año se encuentra con un amigo suyo y vuelven ha hablar de fenómenos, quien le propuso la hipótesis de que esa clase de hechos eran causados por espíritus. Este fue el motivo de que se animara a estudiar e investigar esta clase de fenómenos.
En 1855 se va de visita a la casa de una médium a la que conocía, Madame Roger. En esa casa conoce a mucha gente, que le verifica la historia que le ha contado su amigo Carlotti. Es allí donde esta reunión le causa mucha más intriga, y es convidado a sesiones de esta clase de sucesos. Al cabo de un tiempo recibe unas notas que contienen muchos sucesos y extraños fenómenos, pidiéndole que las analice. En una sesión recibe de un espíritu la noticia de que él mismo, es la reencarnación de un druida de la Galia, que se llamaba Allan Kardec, También le dice que le ayudara en la importante tarea de explicar estos fenómenos.
Durante el poco tiempo de vida que le quedaba escribió todos los libros para que pudiera completar la codificación espirita.
En 1861, la Inquisición quemó 300 libros de espiritismo en Barcelona, y a trabes de una médium, recibió un mensaje del obispo que decretó la incineración de los libros mencionados. Uno de los libros más famosos de Kardec, es el de El Libro de los Espíritus, donde explica su tesis sobre el espiritismo:
Todos los seres humanos somos seres espirituales, pero viviendo en comunión con un cuerpo material del cual nos deshacemos, pero no completamente, cuando nos movemos al plano espiritual.
El hombre tiene dos naturalezas: el cuerpo, que participa en la naturaleza de los animales, y el alma, que participa en la naturaleza de los espíritus.

Kardec en el libro La Génesis, con su concepción realista del espiritismo y el conocimiento humano cita estas palabras:

“El espiritismo marchando al ritmo del progreso nunca será arrollado, porque si nuevos descubrimientos le demuestran que está en el error en algún punto, rectificara en ese punto y si se revelase una nueva verdad, el la aprobara”

EDWARD BURNETT TAYLOR:

Edgard Burnett Taylor nació en una familia muy adinerada, pero por culpa de unos problemas de salud tuvo que hacer muchos viajes. En estos, empezó a internarse por los aztecas, la evolución y desarrollo cultural. Cursó sus estudios en Oxford y en 1861 fue el primer etnólogo profesional y el primer académico en antropología. Pensaba que la historia de la humanidad se podía dividir en tres partes:

Salvajismo: que se basaba en la caza y recolección.
Barbarie: la basa en la época en que ya se usa la agricultura y los metales.
Civilización: que la basa en la escritura.


Para Taylor, las civilizaciones anteriores a su época y su religión las caracterizaron las creencias de seres espirituales. A esto le dio el nombre de Animismo.


FLORENCE COOK Y SU FANTASMA: KATIE KING


En el siglo XIX, aparecieron unos hechos que produjeron muchos revuelos en la sociedad de esa época, también una satisfacción para el movimiento espiritista. Aparecieron nuevos médium que decían poder traer entes del más allá, llamadas Médium de salón, que crearon una gran conmoción a los que se dedicaban al estudio de los espíritus.
Crochés era un químico ingles que realizó un estudio de esta clase de apariciones, que le llevaron tres años. Había una chica, de tan solo 15 años, llamada Florence Cook, que decía que se le manifestaba un fantasma que decía llamarse Katie King. Hoy en día este hecho todavía es centro de discusiones, y no está claro si fue un fraude o realidad.

Florence se fue a visitar a Crochés, para comunicarle que tenía un don, el de poder convertirse en una persona igual a ella. Cuando estuvieron solos en la sal pudo contemplar como la médium entraba en una forma de trance. Al no quedar contento con esta experiencia, le pidió que el fantasma apareciera en el mismo lugar que se encontraba la médium, con el propósito de comprobar si las dos eran la misma persona, porque al tener un parecido tan exacto, no le era muy creíble.

No pasaron muchos días hasta que, finalmente, el fantasma apareciera junto a la médium; al aparecer se estuvo dando vueltas por la habitación. Crochés cogió del brazo al fantasma y notó que era un apersona viva, que no se parecía nada a un fantasma. En ese momento se convenció de la personificación que tenía entre su brazo, no era un fantasma: al cogerla en brazos aun lo verifico más, y así demostrar la tesis de un experimentador que había publicado anteriormente. Katie, después de la prueba citada anteriormente, volvió a manifestarse junto a Crochés. Al entrar en la habitación, estaba oscura, y buscó al fantasma, al encontrarla prendió una lámpara y la vio arrodillada en el suelo. Le cogió la mano y le tomó el pulso, y se dio cuenta de que, efectivamente, se podía percibir el pulso. Al levantarse, Katie estaba de pie detrás del supuesto fantasma. Al rato de estar en la cámara, miss Cook , hizo unas señas para que se fuera de la habitación, pero William, se puso en una esquina a oscuras y vio como el presunto espectro desaparecía. Cuando salió del trance Florence, el químico se dio cuenta de que su estatura era muy variable con la del fantasma, y que podía apreciar una cicatriz que tenía en el cuello y que la médium no tenía.

Como bien he citado anteriormente es un hecho que todavía está sin saber si era cierto o era un fraude.

El fantasma de BEN-BOA:

Otro suceso semejante al de Kayie King fue el de la hija de un general, que materializaba a un fantasma llamado Ben –Boa. Decía ser un caballero con unas indumentarias muy peculiares: siempre aparecía con una túnica, con un casco y una barba muy larga, sus pies no se podía apreciar y tenía un muñón. Cuando desaparecía siempre lo hacía verticalmente, lo que podía dar a entender que en el suelo tendría que haber una trampilla. La experiencia de la aparición, fue en una habitación situada en un granero, era oscuro y tapado con cortinas; al ser transparentes se podía distinguir la niña perfectamente, en el centro una silla. La aparición fue muy normal, puesto que se podía distinguir al fantasma con claridad, se veía como andaba por la habitación sin problemas y que cuando hablaba se podía apreciar como movía sus labios.

Se pensó que era un maniquí, pero era imposible por cómo se comunicaba con los presentes de la sala. Luego observó su respiración, haciendo que soplara en un frasco de agua para ver si formaba las burbujas, y al hacerlo se comprobó que sí podía.
Este acontecimiento tampoco está muy claro hoy día, ya que no se sabe si fue un engaño o realidad.


JUAN BOSCO: ¿MÉDIUM O NO?

Juan Bosco nació el 16 de agosto de 1815, en un pueblecito de Turín. Su familia era muy devota y de altos valores morales. Tenía dos hermanos mayores: uno de ellos le hacia malas pasadas y el otro lo quería mucho. A los dos años, su padre murió, y por ese hecho, cuando cumplió los cinco años, ya había empezado a ayudar a su familia en las tierras. Todavía no tenía la idea de convertirse en sacerdote, pero a los nueve años tuvo su primer sueño, al que llamaba “visiones sobrenaturales maravillosas”.

En el primero que tuvo, estaba peleándose con dos chicos y se le apareció la figura del Señor, pero al principio no le reconoció. El Señor le dijo: “Para de pelearte con ellos, debes de ganarles con amor”. Contestó Juan: “Lo que me esta diciendo es imposible. ¿Quién me enseñara ha hacer eso?”. El Señor le contestó: Mi madre te ensañara ha hacerlo. Y de repente apareció Nuestra Señora y le dijo: Estas peleando contra lobos, anda entre ellos con coraje y se convertirán en corderos. Este será tu trabajo de ahora en adelante.
Al despertarse comunicó a su familia el sueño que había tenido esa noche, su hermano mayor le dijo que de mayor iba a ser líder de un grupo de bandoleros. Su hermano mediano no estaba conforme con lo que dijo el mayor y le respondió: no, tú vas a ser un pastor, cuidaras un rebaño de ovejas. Margarita su madre, con su sabiduría le dijo: hijo, tal vez con lo que has soñado te quiera decir que de mayor vas a ser un sacerdote.
El 6 de junio de 1841 después de luchar durante muchos años y solicitando ayuda a amigos consiguió ser un sacerdote.
Gracias a un biógrafo de Don Bosco, cuando llegó al grado más alto adquirió tres virtudes: la fe, la caridad y una creencia y confianza hacia Dios.
Para Bosco la fe, trataba de que tuviera la mera confianza de que el Dios y la Santa María siempre estaban con él y le ayudarían en su trabajo o misión. La caridad parecía que le venía como un impulso emocional y psíquico.
Quando Don Bosco necesitaba dinero para saldar alguna deuda siempre lo conseguía de manera extraña.
Una vez Bosco tenía que saldar una cuenta que hacía mucho tiempo que el acreedor le reclamaba, dijo a sus alumnos que se fueran a la iglesia y que se pusieran a rezar, que el tenía que ir a la ciudad para hacer unos asuntos. Caminado por las calles se encontró a un hombre que lo reconoció y le preguntó que si era verdad que necesitaba dinero, Bosco la respondió que si. Ese hombre la dió un sobre con dinero y con un poco de resentimiento lo aceptó, y pudo solucionar el pagó.
Gracias a los rezos de sus alumnos y la fe que tenía en Dios y La Santa María solucionó muchos problemas de dinero.
En el año 1839 Bosco tuvo una perdida de un buen amigo suyo, antes que falleciera estuvieron ablando. Luis Comollo su amigo le comentó que si alguno de los dos moría, regresaría para decirle si era feliz. De este pacto lo conocían todos sus compañeros de estudios. La madrugada del tres al cuatro de abril estaba tumbado en su cama, cuando empezó a oír un ruido de carruajes el final del pasillo, las paredes de la habitación vibraban como si fuera un terremoto. Todos los seminalitas despertaron a causa de tal ruido. La puerta de la habitación se abrió con fuerza y una voz retumbo en la habitación, “Bosco, Bosco Estoy salvado”. Era la voz de su amigo Comollo, al día siguiente sus compañeros de estudios le preguntaron si había entendido las palabras que habían oído, les contesto que si, que eran las de su amigo diciéndole que estaba salvado.

En noviembre de 1856 su madre enfermó, de una neumonía terrible. Estando en la habitación con ella, le pidió que se fuera a rezar a la suya; al llegar a ella prendió la luz tres veces y las tres se apagaron, hasta que la luz se mantuvo encendida, y fue entonces, cuando vio que el retrato de su madre se había caído de la pared. Al instante, su hermano le dijo que su madre había fallecido.
Al pasar cuatro años mientras paseaba por la iglesia vio a su madre, le preguntó que hacía allí si estaba muerta, antes de que se fuera le dijo que le esperaría para poder estar juntos para siempre.
El santo Bosco, también tenía el don de curar a las personas, en una ocasión cuando partió a Roma para intentar que aprobaran la Santa Sede para la Sociedad Salesiana, un cardenal le pidió que fuera a visitar a un sobrino suyo, enfermo de fiebre Tifoidea, que se lo estaba llevando la muerte. Al llegar a la habitación vio que el niño estaba moribundo, y fue entonces cuando Bosco le pidió a toda la familia que tuvieran fe, y que rezaran a la virgen María. Después se puso a ora, y dijo, ahora dejemos que la virgen comience, bendijo al niño y se empezó a sentir mejor.
Al estar en Roma fue a visitar a un miembro poderoso de la Santa Sede, el cardenal Antonelli se encontraba sentado en un sofá, sin poderse levantar por culpa de la gota. Le pidió que ayudara a la Sociedad Salesiana pero al encontrase tan mal le dijo que no podía, Bosco le dijo que tuviera fe y la virgen le ayudaría. Por la mañana el cardenal se levanto y fue ha hablar con el papa para ayudar a los Salesianos.
Ha causa de ayudar a los cardenales, el 1 de marzo de 1869, la Sociedad Salesiana era aprobada por la Santa Sede.
También hizo resucitar a un chico al que no pudo ir a confesar por estar fuera de Turín, al llegar a la casa y enterarse de que el chico le había llamado para confesarse de un pecado que no había dicho en la última confesión. Cuando llego a la casa el muchacho se había muerto, Bosco no escuchó a los familiares y se fue directamente a donde se encontraba el difunto, al llegar a la habitación ya estaba preparado para su entierro, se situó al lado de la cama y hizo sus oraciones, la bendijo, y al terminar llamó al muchacho “Carlos, Carlos” el muchacho abrió los ojos y al ver a Bosco le comentó el sueño que estaba teniendo. Me encontraba junto a un fuego y unos demonios me perseguían cuando ya me habían cogido y estaban a punto de echarme al fuego una Dama les dijo que pararan que todavía no había sido juzgado y de repente oí su voz llamándome.
El muchacho se confeso y fue liberado de su pecado, le pregunto si quería irse al cielo o permanecer en este mundo, el muchacho le dió las gracias pero quiso ir al cielo.
Antes de marcharse Juan Bosco le dijo que hasta que nos encontremos en el Paraíso.

Otros muchos milagros de Don Bosco fue que un buen día de 1864 se dirigían con los Padres Rua y Cagliero a la fiesta de un pueblo, donde celebraban la fiesta de la Asunción de la Virgen María al cielo. La gente estaba muy consternada a causa de que no había llovido desde hacía mucho tiempo y tenian miedo que se les perdiera la cosecha. Don Bosco en el sermón, habló al pueblo y le dijo que si querían que lloviera tenía que reconciliarse con Dios haciendo una confesión.
El día siguiente en la celebración de la fiesta, toda la gente estaba recogida donde Bosco tenía que hacer la comunión. Cuando salió la gente le dijo que como es que no había ni una señal de nubes en el cielo, y muchos pensaron que esta vez se había equivocado. Por la tarde estaba la iglesia llena de gente, y todas sus miradas en Bosco, de repente el sol se fue cubriendo de tal manera que sus rayos no podían penetrar, unos rayos empezaron a retumbar en el cielo. Bosco dió gracias a la virgen, y elogios a los peregrinos. De repente empezó a llover con fuerza y la gente pudo salvar las cosechas, en otros pueblos al no confiar en Bosco perdieron sus cosechas.

El 13 de diciembre de 1885 Don Bosco tuvo una conferencia con los alumnos de cuarto y quinto curso sobre su futura situación social. Al terminar la sesión le pidió a un padre que le llevara la bolsa de las avellanas, pero el padre le contestó que tuviera cuidado en la repartición, porque no quedaban muchas.
Cuando terminó la conferencia cogió la bolsa y empezó a repartir un puñado de avellanas para cada uno de los alumnos, por la cara de asombro de los alumnos, vieron que la bolsa nunca llagaba a vaciarse, y se mantenía siempre completamente llena.


Un buen día el señor Don Bosco, tenía que dar la comunión a 650 niños. Al comenzar la misa, se dió cuenta que no había suficientes ostias para todos los niños que se reunían en la iglesia. El padre que se ocupaba de rellenar la copa, en su viaje se olvidó de coger más, y no pudo llenarla.
Bosco empezó la comunión y de repente se puso a mirar al cielo orando a la Virgen, al terminar de dar la misa, todos los niños allí reunidos recibieron la ostia.

Uno de los milagros más oídos, es en que estando en 1860, el oratorio no tenía mucho pan, había escaseado y quedaban muy pocos. Bosco, pidió al que se encargaba de llevar los panes, que los pusiera en una cesta y los trajera donde siempre se repartían, que cuando terminara de confesar a los alumnos que él mismo los repartiría. Cuando terminó de confesar al último niño se fue para la puerta y empezó a repartir panes entre los alumnos. El primer niño que recibió el pan, había escrito una carta a su madre que lo fuera a buscar, cuando su madre lo estaba esperando en la puerta, se fue corriendo hacia ella y le dijo que sentía mucho haberla mandado esa carta para que viniera a buscarlo, pero que él, después de ver con sus propios ojos el milagro del pan, que se quería quedar en esa casa tocada por la mano de Dios. El muchacho se quedó para estudiar y ordenarse como el padre Bosco.
El pan de la cesta no pareció vaciarse nunca y todos los niños recibieron su pan para llevárselos a sus casas.
El padre Don bosco ha sido uno de los Santos mas nombrados de la historia, nunca tubo duda ninguna que su Dios y La Virgen, le dejarían solo, como bien se puede comprobar no tenía nada de maldad en su cuerpo y lo daba todo por su gente, sin pedir nada a cambio.

METEMPSICOSIS:

La Metempsicosis es la doctrina de la trasmigración de las almas, y enseña que todas las almas habitan en todos los seres del mundo. Es uno de los principios comunes que esta en muchos sistemas de pensamiento filosófico y religioso.
En distintas culturas se explica de diferentes maneras. Estas culturas la identifican como si fuera unos de los muchos puntos de la inmortalidad. Muchos países tienen su propio significado de Metempsicosis, como por ejemplo en Egipto, Grecia, India, que tiene más de dos religiones, la enseñanza Judía, todas las eras Cristianas y las razas salvajes.
Egipto: Los egipcios fueron de los primeros en decir que la inmortalidad del alma existía, y que cuando el alma sale del cuerpo pasa a otro animal y asi sucesivamente hasta que se ha pasado en los seres terrestres, los marítimos, los del aire, y hasta que vuelve a entrar en un ser humano. Estas reencarnaciones antes de volver ha ser humano ha de pasar tres mil años.
En el “ Libro de los Muertos “, la explican como que si hacía un pecado antes de morir, serias juzgado y te reencarnarías en formas infrahumanas.

Grecia: Tomo prestada la teoría de los Egipcios. Dicen que la Metempsicosis era una doctrina filosófica que la dijo Pitágoras, que la comparaba con un héroe troyano. La teoría se define como: “el hombre es un espíritu caído, lleno de olvidos, y que su única esperanza, es a trabes de la enseñanza y la filosofía, recuperar la verdad y liberarse de sus cadenas.
Un objetivo principal de la teoría es el de garantizar la continuidad personal del alma.

India: Esta doctrina no se encuentra escrita en los libros indios, pero recientemente se ha encontrado en algunas pinturas al que lo llaman el dogma. La India tiene multitudes de religiones pero voy ha citar dos de las más importantes: el Brahmanismo, que tiene la doctrina de ciclos mundiales, aniquilaciones y restauraciones a suceder en intervalos de tiempo; de este movimiento el alma no es más que un incidente. La transmigración son valoradas moralmente.
Explican las anomalías presentadas del bien y del mal, todos están comiendo de la fruta de los actos pasados.
El Budismo, confía mas en la importancia de las obras, del esfuerzo de cada persona, el rasgo característico en la Metempsicosis, en el budismo es la doctrina del karma, que significa la concepción de la continuidad personal.
El karma considera que la trasmigración es una promoción o una degradación.

La enseñanza Judía: Según los rabinos dicen que el alma emigra, pero en dos formas distintas de transmigración.
Una de ellas dicen que puede pasar por distintos cuerpos sin pasar por la resurrección ni la muerte.
La siguiente, dice que la transmigración cuenta que a los justos si se debe dejarlos retornar a la vida, pero a los malos tenía que estar condenados en una prisión eterna.

Eras Cristianas: Dicen los cristianos que la Metempsicosis era una doctrina secreta de sectas de otros tiempos, y era muy diferente a la doctrina católica.
Los católicos, dicen que el alma, al separase del cuerpo se pone a disposición de Dios, y su estado se elevará por el bien y se convertirá en existencia material.
También dice que el alma, aunque hayas hecho algún pecado en el mundo de los vivos puedes purificarla y siempre se reunirá con Dios.
En los tiempos que estamos hay muchos que defienden la Metempsicosis, pero no hablan mucho de ella.


Razas salvajes: Esta creencia se ha encontrado en muchas partes del mundo, en los indígenas de Australia y Nueva Zelanda, creen en el retorno de los fantasmas o espíritus que han muerto hace mucho tiempo.
Cuando dan a luz a un niño los padres lo examinan para buscar rasgos de identidad de algún familiar difunto.
Los salvajes piensan que el alma es como una realidad independiente, y que cuando fallece alguien, vuela por su sepulcro algún tiempo después de su muerte.
Los indígenas de la India todavía creen en que las brujas y los brujos se llevan las almas de hombres y animales.

HOSPITAL DEL TORAX:

El hospital del tórax se encuentra situado en las afueras de Terrassa, es un hospital que fue únicamente para llevar los enfermos terminales, para que tuvieran un lugar para morir tranquilamente.
La gente que ingresaba en ese lugar nunca se curaba, o se morían por la enfermedad, muchas eran terminales, o se suicidaban. Los familiares nunca venían a verlos porque eran muy contagiosas, y se quedaban solos hasta la hora de su muerte.
Ese hospital, solo funcionó unos años, y se clausuró. Actualmente solo hay una zona rehabilitada para tratar a las personas de discapacidad mental.
Desde entonces los guardias de seguridad apagan las luces del hospital porque dicen oír voces y lamentos en las plantas. Unos investigadores han entrado en el hospital para intentar conseguir algo paranormal, y siempre han conseguido encontrar algo.
Dicen que han visto sombras que cruzan paredes, llantos y gritos, sicofonias extrañas, solicitando ayuda, y cambios de temperatura bruscamente.
Por las noches en la última planta del hospital cuando todas las luces exteriores están apagadas se puede apreciar en una habitación, que la luz está prendida sin que nadie este dentro. Muchas grabaciones piden ayuda, y en sus pasadizos puedes notar como si algo te abrazara.
Se trata de un lugar mágico o tenebroso, según la gente que conoce este suceso, dice que es un lugar donde habita la pena y la desgracia. No se sabe el porque de estos hechos o quien los hace, pero tiene un misterio muy interesante.

ENIGMAS DEL PADRE PIO:

El padre Pio fue uno de los religiosos más seguido del mundo, desde pequeño ya tenía visiones que nunca supo descifrar. Cuando rondaba los quince años ya ingreso a la Iglesia, fue allí donde empezaron los estigmas.
Fue recluido durante diez años porque otros sacerdotes le tenían envidia, dentro de este encierro dijo que tuvo visitas del demonio y de animales que le hacía daño, para que cayera en la tentación.
Tenía los enigmas de Jesucristo en las manos y en los pies, visiones que luego se hacían realidad, el más grande de sus visiones fue decir el día en que moriría.
Muchos médicos le revisaron sus heridas y nunca pudieron curarlas, pero el día de su muerte se cerraron.
La Iglesia finalmente le beatificó y canonizó como un santo.
Alguna gente siempre ha dicho que sus estigmas se los hacía él mismo, con un ácido, y para otros que los hacía con la mente. Para la Iglesia estos hechos fueron un don divino que le había sido otorgado. Este hecho siempre a sido y será un misterio, pero al padre PIO le consideran un santo.

jueves, 5 de marzo de 2009

I concurso de relatos "El espejo maldito"

BASES
1. Pueden participar en este concurso todos los mayores de 16 años, con obras en castellano que no hayan sido publicadas anteriormente en ningún medio o que estén pendientes de fallo o publicación.
2. La extensión máxima de los relatos no superará los cinco folios a doble espacio, siendo el mínimo de dos folios.
3. El tamaño de la letra será del 12, tipo Times New Roman o Arial, y el texto se presentará debidamente justificado.
4. El género de los relatos será la ciencia ficción, terror o fantasía.
5. De las obras presentadas, se seleccionarán cinco finalistas, que aparecerán en la página de El espejo maldito, http://www.elespejomaldito.blogspot.com/, al mismo tiempo que se abrirá un plazo de votación que concluirá a los quince días de aparecer en la página. Se podrá votar tan solo un relato de los cinco seleccionados, no apareciendo ninguna señal de identidad personal del autor como nombre o seudónimo. Podrá votar cualquiera que lo desee, siendo así considerado el ganador el relato que más votos obtenga.
6. Tras cerrarse el concurso, el autor no perderá los derechos de su obra, pero autorizará su publicación a El espejo maldito durante el plazo de votaciones si es uno de los relatos finalistas.
7. El plazo de admisión de originales se abrirá el día 28 de febrero de 2009 y se cerrará el día 8 de abril de 2009 a las 23:59h. El día 30 de abril de 2009, a partir de las 10:00h, serán publicados los cinco finalistas en http://www.elespejomaldito.blogspot.com/, concluyendo el plazo de votación el 30 de abril de 2009 a la misma hora en que se dio comienzo a la votación.
8. Se compensará al ganador con un premio de 100 euros que recibirá en cheque, transferencia bancaria o giro postal, según la elección del concursante.
9. Los relatos deben enviarse a la siguiente dirección de correo: elespejomaldito@gmail.com. El asunto debe ser “I concurso de relatos cortos”, enviándose dos documentos como archivos adjuntos en formato word. El primer archivo será el relato, firmado bajo seudónimo. El otro archivo tendrá como nombre PLICA, y allí se adjuntarán los datos personales del autor, como el nombre, apellidos, DNI, fecha de nacimiento, etc. No se procederá a la apertura de la plica hasta el día 15 de abril, cuando se sepa cuál es el relato ganador.
10. Los miembros que compongan el jurado no podrán participar en el concurso, así como sus familiares.Para más información, visite nuestra página web, http://www.elespejomaldito.blogspot.com/, o envíenos un correo a nuestra dirección, elespejomaldito@gmail.com.



Fenómenos paranormales (I)


En el mundo en que vivimos, la vida nos tiene preparada cosas inexplicables. Hay sucesos que pueden mostrarnos la cruda realidad que nos rodea. La gente puede creer en los sucesos paranormales o no, pero todos nos hemos planteado alguna vez esta pregunta: ¿Qué hay después de la muerte?

Hay casos en que los espíritus nos quieren expresar algo, y nosotros, en cambio, intentamos de cualquier manera comunicarnos con ellos. Muchos de estos sucesos son fruto de nuestra mente, y esa es la razón por la que buscamos respuesta a nuestras dudas.

En este blog mencionamos tres sucesos extraordinarios, e invitamos a nuestros lectores a participar de manera activa. Si tenéis algún suceso o experiencia extraña y queréis contárnosla, estaremos a vuestra disposición. Solo tienen que enviarla a elespejomaldito@gmail.com.

Sucesos:

“Aquel año era la primera vez que visitaba el Reino Unido. Me hospedaba en casa de una pareja de ancianos que vivían en Hastings. He de decir que aquella familia no me pareció en absoluto extraña en un principio, pero el lugar donde vivían era algo tétrico, pues estaba a las afueras del pueblo, colindando con el cementerio municipal. Más tarde supe que allí tenían una afición sorprendente a los fenómenos paranormales, especialmente a los fantasmas.

Un día, mientras comíamos, la mujer me confesó que creía en la existencia de los fantasmas. Las cenizas de sus familiares estaban por toda la casa, e incluso un perro que había fallecido recientemente estaba enterrado en el jardín. Cuando pasaba por las traseras de la casa y alzaba la vista para ver, tras los cristales, la urna azulada que contenía las cenizas de su padre, me entraba un escalofrío. Y no digamos al jardín, donde nunca me aventuré a entrar.

Otro día me comentó que, si se dejaba abierta la puerta de la sala de billar, donde estaban las cenizas de su padre, el espíritu de éste salía y tiraba al suelo un retrato de él mismo, de joven, con atuendo militar. Desde aquel día jamás me paré a mirar el cuadro cuando estaba sola, porque soy bastante miedosa y pasaba mucho tiempo en aquella casa sin la presencia del matrimonio.

Un día que estaba sola en mi habitación, comencé a escuchar un ruido bastante extraño: alguien o algo estaba arañando la pared. Era un ruido sordo y apenas perceptible, pero todo estaba en un silencio tan espantoso que no pude evitar escucharlo. En aquel momento todas las historias que me había contado aquella mujer me sobrevolaron en la cabeza. Lo único que pude hacer fue decir: ¡Para! Al instante, los arañazos cesaron.

No volvió a ocurrir nada extraño en la casa, pero estuve todo el mes y medio siguiente durmiendo con la luz abierta y con esa especie de sensación, quizá sugestionada por el miedo, de que no estaba en absoluto sola.”

R.R. (Badajoz)


“Era un verano muy caluroso, estamos todos los amigos reunidos en el parque de mi pueblo. Un compañero nos comentó que había probado hacer la guija. Yo al menos nunca la había utilizado porque le tenía respeto, pero me dijeron que podía comunicarme con mi padre fallecido.

Eran las doce de la madrugada cuando empezamos a jugar a la guija; estábamos todos muy nerviosos cuando, de repente, el vaso empezó a moverse sin parar. Nos quedamos muy asustados.

El parque está todo lleno de pinos, y solo en tres de ellos, de un tronco se forman dos pinos. Nosotros estábamos al lado de uno de estos árboles. De manera sorprendente empezó a salir humo del medio de esos pinos, y surgió la cara de una cabra: nos quedamos atónitos al presenciar aquello, no lo podíamos creer. Empezamos a correr para nuestras casas y durante días no nos dirigimos la palabra.

No sé si por casualidad o no, pero la gente que estaba al lado de uno de los tres pinos que he mencionado, pudo apreciar lo que nosotros vimos.

Desde entonces nunca más utilizare la guija, porque pasamos mucho miedo, y si ya le tenía respeto ahora mismo le tengo mucho más.”

J.R.A (Lleida)


“Era por la mañana. Francisco había salido a hacer unos recados y se encontraba caminando por la calle cuando escuchó el sonido de su teléfono móvil. Era mayor, así que no se molestó en mirar quién llamaba y directamente descolgó. Reconoció rápidamente la voz, pero le extrañó que esta persona lo estuviera llamando, así que para confirmarlo preguntó de quién se trataba. Soy Felipe, fue la contestación. Tal como sospechaba Francisco. Después de aquello, Felipe le preguntó si por algún casual él le había llamado. Francisco se lo negó y se despidieron. Lo extraño del asunto es que Felipe había muerto hacía ya un tiempo. Extrañado por lo sucedido, Francisco fue a casa y contó lo sucedido a su familia. Cuando su nieto comprobó el registro de llamadas no fue capaz de encontrar la de Felipe. ¿Cómo era aquello posible? Tras unos días, apareció en casa de Francisco un papel sobre la mesa de su habitación que llevaba escrito un nombre y un número de teléfono, el nombre y el número correspondían a Felipe y la letra no pertenecía a ninguno de los miembros de la familia y nadie recordaba haber escrito la nota. Esta vez Francisco no se atrevió a llamar... ¿Qué significaba esta llamada de Felipe? ¿Necesitaría algo? Siempre nos quedará la duda…….”


J.J.M.V (Murcia)

lunes, 23 de febrero de 2009

Tor, el enigma de la montaña

En medio de un paisaje que ante nuestros ojos parece virgen, se alza la montaña que alberga en su seno el pueblo de Tor. Estamos en plena naturaleza, en la naturaleza del Pirineo de Lleida, a pocos kilómetros de la frontera con Andorra y en un poblado muy alto, uno de los más altos de todo el Pirineo, a unos 1.800 metros sobre el nivel del mar. A los pies de la montaña, de unas 2.300 hectáreas aproximadamente, el pueblo de Alins aguardba cada año que llegara el otoño para darle la bienvenida a los habitantes de este minúsculo poblado, con solo trece casas. Algunas de ellas se encuentran derruídas y quemadas tras el paso de la guerra civil, y donde el maquis parecía encontrar refugio. También hay una pequeña iglesia, a la que subía en el siglo pasado un sacerdote para prestar el servicio religioso, y de la que poco más podemos ver tras sus muros, casi en ruinas, que parece uno de los pocos edificios que todavía se mantienen en pie tras todos estos largos años.
Dicen que el nombre de este pueblo proviene del mismísimo dios Thor, de la mitología escandinava, quien dijo que donde golpease con su hacha tendría que nacer un pueblo. No es de extrañar que surgieran este tipo de leyendas acerca de dioses y el nuevo pueblo, ya que en la montaña que está situada tras el pueblo hay una inmensa oquedad – una oquedad que bien podría haberse realizado con el hacha del dios del trueno – y de la que se han originado esta y muchas más leyendas.

Pero, tras la belleza de este enigmático enclave, donde en el presente solo hay una antena parabólica y las casas que aún se mantienen en pie contienen lo más básico que pueda tener una casa, hay otra historia, mucho más inquietante y mucho más atractiva para los amantes del misterio. Es la historia de un pueblo maldito, de familias que callan, que esconden los secretos que solo algunos pocos ‘privilegiados’ han tenido el don de presenciar. Todos saben lo que, mucho tiempo atrás, ocurrió, justo en el medio del pueblo. Los habitantes permanecen en silencio muchas veces, intentando eludir y olvidar los recuerdos del pasado. Pero un reportaje, realizado por la cadena de televisión catalana TV3, y la posterior edición de un libro, titulado en catalán Tor, tretze casas i tres morts, y en castellano Tor, la montaña maldita, han reavivado algunas historias que se creían perdidas, olvidadas. El libro tuvo un éxito tremendo, sobre todo en Cataluña, entremezclando el periodismo con la literatura. Lo cierto es que, entre los habitantes del pueblo también ha reavivado antiguos resquemores. Y es que esta montaña, vastísima, que se cubre totalmente de nieve llegado el otoño, imposibilitando el paso por completo a medida que el invierno va recrudeciéndose, es de la propiedad única y exclusiva de esas pocas familias que aún siguen teniendo sus propiedades allí.

En 1896 se fundó la Sociedad de Condueños de la Montaña de Tor, como está escrito en una piedra cercana al pueblo, con el fin de que todos pudieran beneficiarse de la montaña en la parte que les tocaba. El hecho de ser una montaña amplísima, que generaba grandes beneficios a sus habitantes, sumado a que es el único lugar por donde se puede pasar a Andorra sin tener que pasar por una aduana habían generado temores entre los propietarios. Sin embargo, había ciertas desavenencias, puesto que la mayoría de las familias abandonaban Tor en los meses más fríos del año, ya que era totalmente imposible vivir bajo aquellas condiciones de frío extremo, aislados en medio de la nada y con el único camino (una pista forestal de unos doce kilómetros) que llevaba al pueblo más cercano, Alins, al pie de la montaña, cubierto de nieve que imposibilitaba el acceso a éste. Sin embargo, había dos casas (o familias) que eran mucho más fuertes que las demás. Eran casa Sansa y casa Palanca. Tan solo uno de los hijos podía ser el propietario de todo lo que poseía su familia, por lo que las “casas”, y con ellas el poder, han ido pasando de una generación a otra. Todo era normal, hasta que las familias comenzaron a pasar los meses más fríos en Alins. Aquello no era del agrado de muchos de los habitantes, que consideraban que se estaban quebrantando algunas leyes. A un heredero de casa Palanca, Jordi Riba, lo mandaron a estudiar a Lleida, lo que suponía, para los habitantes de Tor, la pérdida de los derechos sobre la montaña. Cuentan que el heredero de casa Sansa por aquellos días, Josep Montané, le tenía un odio profundo a este chaval, que se moría de ganas de subir a la montaña. Su formación en los Maristas duró poco, y a pesar del recelo de la gente, subió a vivir a la montaña.

Dicen que los Sansa eran multimillonarios, que Josep Montané tenía un tesoro enterrado en la montaña, que por eso la quería para él. Dicen muchas cosas, y, seguramente, muchas de ellas no contendrán un ápice de verdad sobre lo que realmente tenía cada cual, todo motivado seguramente por los celos. Pero lo que es seguro, y cualquiera que pase por la estrecha pista forestal, especialmente cuando la noche ha caído, puede darse cuenta, es de que el contrabando de mercancías desde Andorra es un hecho evidente. Lo era ya hace más de dos siglos, y lo sigue siendo, gracias al camino que hizo Sansa con sus propias manos en 1967, que llega hasta Andorra por el puerto de Cabús. Parece ser que le interesaba el contacto con Andorra, por cualesquiera que fueran las causas. Entonces, la vía estaba libre para los contrabandistas. Sin embargo, muchos cuentan que Sansa salía, escopeta en mano, o cortando el paso con el tronco de un árbol o una piedra, para detener a los jeeps que cruzaban su camino, y exigía algo a cambio, por ejemplo tabaco, alcohol, o alguno de los jeeps que Sansa “coleccionaba”. Pero este paso de contrabandistas se vería afectado por los intensos intentos de la Diputación de Lleida para hacer un camino que conectase con Andorra, quedando la montaña totalmente expropiada. Esto no gustaba demasiado a los lugareños, de modo que nunca se consiguió el proyecto que, al parecer, también contaba con el apoyo de Andorra.

Pero no es la única historia extraña que podemos encontrar en un lugar como Tor. Este pequeño pueblo ha sido desde siempre un lugar de paso, donde también se refugiaban los que huían de la ley, y entraban al servicio de los “señores” de Tor. No se puede certificar que el maquis se refugiara en la montaña, pero es algo de lo que se habla a menudo cuando se trata el tema de los asesinatos acaecidos en Tor. En 1944, semiabandonado el pueblo, con la ermita derruída y algunas casas de las que solo quedaron escombros tras intensas batallas libradas en la Guerra Civil, tan solo unas pocas familias pudieron quedarse a vivir allí. Los “hippies”, como los suelen llamar, servían a sus señores con la intención de tener un techo bajo el que poder cobijarse y tener comida asegurada. El caso es que, dos de los hombres que hacían de guardaespaldas a Palanca, murieron en un tiroteo del que no hay información clara y precisa. Parece ser que la casa Cerdà y la casa Sansa , por el año 1976, arrendaron a un andorrano, Rubén Castañer, la montaña entera, excluyendo al resto de vecinos. Esto provocó que se formara una junta paralela, liderada por Palanca. Arriendan la madera a unos leñadores de Vic, lo que finalmente acabaría en un tiroteo. Rubén Castañer solía llevar guardaespaldas, así como Palanca, que se servía de estos “refugiados” para protegerse de los odios mutuos entre ambas casas. Los guardaespaldas de Castañer tirotearían a los guardaespaldas de Palanca. ¿Dónde estaba la justicia entonces? No lo sabemos. Tal vez se lavaron las manos, viendo el cariz que estaba tomando todo allí arriba. Y menos mal que eran solo trece casas...

En 1981, Sansa intenta adueñarse de la montaña, acusando a los vecinos de ésta de no vivir durante el año entero, pero no sería hasta 1995 cuando a Sansa le otorgarían este enorme beneficio. Quien pudiera confirmar que vivía los doce meses del año en Tor sería el dueño y señor de toda la montaña. Y el único que pudo demostrarlo, con el humo de la chimenea encendido en las cuatro estaciones, fue Sansa. ¿Quién sabe si fue él el que estaba allí? Probablemente, si no fuera él (aunque esto es suponer demasiado, ya que era un hombre fuerte y robusto, acostumbrado a la crudeza de los inviernos en la montaña), hubiera sido algún “hippie” de los que siempre le acompañaban. El caso es que, finalmente, el Juzgado de Tremp resolvió otorgarle la montaña entera, dejando a un lado al que habría sido anteriormente su aliado, el representante de casa Cerdà, pero Sansa tal vez no sabía que aquel gozo le duraría poco. Cinco meses después de esta victoria, Sansa sería encontrado en su casa, ahorcado y apaleado, con su cuerpo casi descompuesto por el paso del tiempo (hacía casi cuatro meses que no se sabía nada de él y se encuentra el cadáver en pleno verano). El forense, tras varios experimentos realizados con un gato, pudo comprobar que Sansa había muerto unas dos semanas antes de que encontraran el cadáver, pero no pudo hallar huellas algunas en el interior de la casa, donde yacía el ya anciano Sansa. Parece ser que había llegado a un acuerdo para vender la montaña entera y hacer unas pistas de esquí, que serían las más grandes de toda Europa, mucho más que las de Baqueira Beret con unos doscientos kilómetros de pistas que pertenecerían a España y al Principado de Andorra. Pero todavía, a día de hoy, no se puede decir con exactitud quién pudo matar a Sansa.

Tras las declaraciones de Antonio Gil José, un pastor que había vivido durante un tiempo en Tor y que testificó haber presenciado el crimen, se acusó del asesinato a Marili Pinto, de nacionalidad brasileña, y a Josep Mont, que vivía en La Seu d’Urgell y que parece ser que tenían tratos (no demasiado legales, como es de suponer) con la víctima. Era una pareja que había sido contrabandista en otra época, pero que tenían, al parecer, una deuda que cobrarse de Sansa: una cantidad de aproximadamente un millón de pesetas. Ambos dijeron únicamente que le habían dado una paliza y que su intención no era la de matarle, ya que supuestamente lo dejaron vivo cuando abandonaron su casa. Sin embargo, la Audiencia de Lleida absolvería unos meses más tarde a los acusados por falta de pruebas, ya que Antonio Gil José no tenía pruebas de haber permanecido en Tor durante las fechas en las que el asesinato se cometió. En 1997 se declara comunal la montaña, pero nuevamente, en el 2002, se le devuelve la montaña y los derechos de la misma a los habitantes cuya propiedad había sido registrada más de treinta años antes, y así también a sus herederos, ratificándose esta sentencia en el año 2004 por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña.

Aún hoy no se han podido esclarecer muchos de los detalles del crimen, pero lo que sí es cierto es que muchos de los “presuntos” asesinos tenían tratos no muy legales con la víctima, que Sansa era presa de muchas envidias y recelos, así como también el causante de muchas de ellas. Causa una tremenda impresión cuando se llega a la frontera con Andorra y puede verse, en el inmenso panel que anuncia el paso hacia el principado, una serie de agujeros que parecen haber sido huellas de las balas de una escopeta.

Hay toda una amalgama de personajes que han sido tachados de culpables o de cómplices, pero no hay nada que pueda culpar directamente a ninguno de ellos por el momento, ya que la falta de pruebas es evidente, y el silencio de sus habitantes a veces demasiado obstinado o tal vez influenciado por el miedo y los temores a quién sabe qué...